11
Ésta es la mano
que alguna vez tocaba
tu cabellera.
Se transformaron las imágenes.
Dormía el ángel en el vestibulo olvidado
desnudo, sobre el mármol.
Enchido su orgullo, su intento fue vano:
no pudo salir de aquel pasaje.
Su pasado, glorioso, de nada ya servía
ante la impotencia
de haber su alma perdida.
Enloquecía
Olvidados en la nada
están sus pensamientos
suturando las heridas
que le provocó La Ausencia.
Pero miró a la puerta
cuya destrucción
había intentado con ahínco;
se abrió el cerrojo
que lo sometía
a ser preso de si mismo.
Cerró los ojos ante el esplendor
que estaba su mirada contemplando
y sintió el calor,
y fue salvado.
Recuerdo como míos aquellos pensamientos,
que son ahora tinta en un ajado pergamino.
Alguna vez mi mano acarició tu cabellera,
mano…con la que estos versos escribo.
Y aquí me encuentro:
sintiendo tu ausencia
como también siento que no me iré del todo,
Duerme, sueña.
Encontraré para no sufrir el modo.
Me quedaré ciego en ti,
y mi sombra no será más la tortura,
y me sentiré cuerdo
pensando que tú
no eres sólo mi locura.
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