7/IV/11 (bis)

… que, en ciertas ocasiones, la evidencia es un insulto a la inteligencia. Por eso es mejor, a veces, el juego y la insinuación del pensamiento.

2 Replies

  1. Gaia

    La sutileza… ¡y también la ambigüedad! ¡Qué deliciosas!

    Por otra parte, cada vez estoy más convencida de que necesitamos conciliar la ambigüedad con nuestra construcción de la ética. Digo esto porque encuentro que la ambigüedad ha sido ampliamente denostada en el ámbito de lo moral por causa de la falsedad y el vacío de los compromisos ambigüos y por las afirmaciones del mismo tipo. No obstante, la ambigüedad en nuestra escala de valores nos aleja de absolutismos morales y nos proporciona la flexibilidad del junco… que, usada con honestidad, es un ejercicio de inteligencia y un camino de mejora para todos.

    Mmmm, tengo que regalarte pronto cierto libro, para poder discutir esto a fondo : )

  2. xhaju

    ¡No me disgustaría en absoluto!
    No obstante, desde mi punto de vista, es preciso que la ambigüedad amplíe, no distraiga. Digo esto porque si agrandamos demasiado el campo de lo ambiguo puede ocurrir que perdamos el centro de nuestro motivo, o sea más difícil de definir.
    No quiere esto decir que los motivos siempre sean “blanco” o “negro”, pero, pregunta a pregunta, podemos precisar de manera casi arbitraria EL motivo. Esto, como bien dices, somete a ligadura férrea la aplicación de la moral, pero tener un criterio algo ambiguo a la hora de definir o interpretar una acción nos da más posibilidades.
    No obstante, hay una palabra que dijiste que, para mi, es el punto clave: honestidad. ¿cómo se supone? ¿quién se atreve?

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